miércoles, 16 de julio de 2014

Un entrenamiento convertido en pesadilla

Un entrenamiento convertido en pesadilla


Esto bien podría haber sido una pesadilla pero no!Fue la pura realidad.
El día anterior (viernes) no había podido entrenar debido a una contractura muy fuerte en el gemelo izquierdo.
Toda esa semana mis ganas de correr habían estado ausentes, por lo que entrenar cada día representaba un desafío, mucho más que el entreno en sí mismo.
Ni bien me levanté esa mañana, sentí que el sueño me ganaba. Hubiese necesitado como mínimo unas 3 horas más de descanso como para poderme levantar en excelentes condiciones.
Preparé mi café bien cargado y sólo pude comer una fruta; sentía una pesadez increíble en mi estómago.
Llegó la hora de entrenar: ese día debía realizar 2 horas a un ritmo lento, sin preocuparme por la cantidad de kilómetros.
Ni bien empecé a correr sentí que por piernas tenía dos bloques de cemento, y que cada zancada era una lucha.
Miré el reloj: minuto 2! Ahí supe que ese entreno iba a convertirse en un "infierno".
Desde el minuto 2 al minuto 10 lo único que quería era abandonar, en cada segundo. Como había empezado desde la puerta de mi casa, lo único que pasaba por mi mente en ese momento era "estoy cerca, me vuelvo caminando y chau, no puedo más" pero mis piernas por alguna razón no se detenían.
Había llevado la radio conmigo por lo que pensé "voy a concentrarme en la música así no abandono": TODO ERA MUSICA LENTA!!!..la radio tampoco estaba de mi lado.
Minuto 20 y la cabeza me seguía diciendo que parara, que era mucho el cansancio o la pesadez como para continuar. No lo hice, mis piernas seiguieron adelante. Una verdadera batalla se estaba librando entre mi cuerpo que cansado y todo decía "seguí", y mi cabeza que decía "para".
Desde el minuto 20 al minuto 40 centré mi atención en un punto fijo, tratando de acallar mi mente y de distraerla un poco con el hermoso verde que tenía a mi alrededor.
Minuto 45 y una cuesta letal se presentó. Ahí dije "si logro subirla, YA ESTÁ, tengo el entreno ganado"..
Puse toda la garra y logré subirla, para ese entonces quedaba poco menos de 15 minutos para pegar la vuelta (mitad de camino) hasta llegar a casa para finalmente terminar las 2 horas.
Desde ese momento empecé a recordar el por qué corría, en todos aquellos que me tiraban abajo o que no creían en mi, en las metas que me había fijado, en todos aquellos momentos similares en los que no había abandonado y en lo bien que me iba a sentir si lograba completar este entrenamiento.
Y no desistí: le puse toda la garra y corazón, no abandoné, por el contrario corrí con más ganas que nunca.
La sensación maravillosa que sentí por haberlo logrado no puedo explicarlo con palabras.
Para cualquier persona esto podría haber sido una tontería, para mí era haber ganado una batalla.
Seguramente a vos también te pasó alguna vez de tener un día de entrenamiento horrible.
La próxima vez, cuando te encuentres en una situación parecida, no abandones!!! pensá que muchos como vos también la pasaron o la están pasando en ese mismo momento pero aún así no se quebraron..y una de esas soy yo.

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